El Paradigma de la Competencia

La mejor manera de ampliar el bienestar de los consumidores, es mediante el impulso de una verdadera competencia económica. Debemos transitar de un paradigma paternalista de protección a uno en el que la competencia sea el centro de gravedad, propicie mejores prácticas comerciales y como consecuencia beneficie al consumidor, quien también debe asumir su responsabilidad individual. Tenemos que hacer que la competencia sea parte de nuestra cultura diaria, pues es la mejor forma de dirigirnos al progreso. Les comparto mi columna de Reforma. Durante el artículo, hago referencia a una propuesta en la que planteamos la fusión de Profeco y la Cofece, misma que también les comparto. Gracias por su interés.

 

El Paradigma de la Competencia

Bernardo Altamirano

26 Mar. 14

 

El bienestar del consumidor y la eficacia de sus derechos son directamente proporcionales al nivel de competencia en los mercados. Ambas políticas son complementarias y requieren sistematizarse: «Las políticas de competencia buscan motivar y asegurar un alto nivel de rivalidad entre proveedores y dan a los consumidores una mayor posibilidad de elección y mejores precios. Las políticas que permiten a los consumidores tomar decisiones informadas en los mercados coadyuvan con la competencia». Ante la reciente conmemoración, el pasado 15 de marzo, del Día Mundial del Consumidor, conviene hacer un balance sobre cómo darles una mayor integración a las políticas de competencia y de consumidor.

Veamos los avances de los principios constitucionales derivados de las recientes reformas. Por un lado, se establecen reglas para «que no se afecte la competencia y la libre concurrencia y, con ella, a los usuarios finales». Por primera ocasión se reconoce explícitamente en la Constitución la vinculación directa entre la competencia y la satisfacción de los consumidores. Por último, el principio Pro Persona potencia los derechos básicos de los consumidores y la misma libertad empresarial. Estos principios constitucionales serán tutelados por el Poder Judicial federal, en particular por las instancias especializadas creadas por la reciente reforma.

En segundo lugar, veamos los organismos reguladores. La Constitución dota de autonomía y fortalece a los órganos encargados de proteger la competencia, ya sea la Cofece o al IFT. Por un lado, establece requisitos y procedimientos para el nombramiento de sus integrantes e incluye el principio de separar la etapa de investigación y la que resuelve los procedimientos que se sustancien en forma de juicio. Estas modalidades ponen a la Profeco en un segundo nivel frente a estos órganos constitucionales autónomos, además de que mantiene la discrecionalidad en el nombramiento de su titular y, lo que resulta clave dada la gran cantidad de mecanismos de verificación de que dispone, no existe una separación entre las instancias investigadoras y sancionadoras. En este sentido, ahora que se discuten las leyes secundarias en materia de competencia, de telecomunicaciones y energía, resulta conveniente también abrir la posibilidad de reformar a fondo la Profeco e incluso valorar fusionarla con la Cofece.

La adecuada fusión permitiría generar incentivos para mayor competencia, lo que sería punta de lanza para hacer más eficaz la protección de los consumidores. Por ejemplo, veamos el caso de los contratos de adhesión, donde hoy corresponde a la Profeco revisar la «letra chiquita» para proteger a los consumidores contra cláusulas abusivas. Con la fusión, la Cofece no sólo continuaría velando por la equidad contractual, sino que además impulsaría mayor rivalidad contractual entre empresas que compitan ofreciendo mejores condiciones y plazos a los consumidores. Imaginemos el potencial que esto representa en el sector energético, donde la CFE tiene un contrato de adhesión que data de 1987 y amerita urgente actualización.

Un segundo ejemplo que justificaría esta fusión es el de la publicidad engañosa. Esta perjudicial práctica comercial no sólo atenta contra el derecho a la información de los consumidores, sino que afecta la competencia entre empresas y representa de facto una barrera de entrada para pequeñas empresas. De esta manera, la Cofece no sólo tutelaría el derecho básico a la información de los consumidores, sino el impacto de la publicidad en el mercado.

El Día del Consumidor se conmemora como parte de un movimiento histórico. Lo mismo deberíamos hacer para festejar que el movimiento a favor de la competencia tiene hoy una sólida base normativa, en la que se reconoce que es la mejor forma de ampliar el bienestar y eficacia de los derechos de dichos consumidores. Por tanto, urge avanzar en promover una verdadera cultura de la competencia, dejar de verla como un postulado teórico y reconocer que es parte de nuestra vida cotidiana y el camino al progreso.

La inminente aprobación de la nueva Ley de Competencia es la oportunidad para construir una amplia agenda para profundizar en la competencia en los mercados como condición necesaria del bienestar del consumidor.

@beraltamirano

Comments

  1. josé arimatéia lucas says:

    mas não somente ao que diz respeito a concorrência em si,mas principalmente ao acesso a informação.

    • Bernardo Altamirano says:

      Exacto. La competencia genera un sistema de información más robusto. Por eso uno de las medidas más claras de protección al consumidor, debe ser el derecho a la información, sobre el cual también he escrito ampliamente en este Blog y coincido contigo. Gracias por tu comentario José.

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