Probablemente varios de ustedes han usado los servicios de Uber y han también escuchado que existe un conflicto entre este servicio y el de los taxis tradicionales. En este debate los dos polos predominantes han sido, por un lado los taxistas acusan que se trata de competencia desleal, por el otro lado, existen voces a favor de esta modalidad de servicio pues implica mayor competencia. Al respecto en mi colaboración de Reforma Negocios invito a ver un ángulo diferente: el del “consumo colaborativo”. En efecto, existe una nueva tendencia sobre cómo los consumidores tienden a ordenar sus preferencias y decisiones, en el cual la tecnología y las redes sociales se convierten en factores determinantes y que revolucionará la forma en que se conciben la propiedad, los mercados y la riqueza misma. En este contexto, resulta fundamental que las autoridades, antes de regular e inhibir estas nuevas tendencias, las entiendan e identifiquen cómo sirven para empoderar a consumidores, microempresas y el autoempleo, así como para fortalecer la confianza en los mercados. Les invito entonces a leer mi columna y espero sus comentarios.
BERNARDO ALTAMIRANO RODRÍGUEZ
La revolución de Uber
A principios de octubre, el Aspen Institute México promovió debates conducidos por el reconocido profesor del colegio de negocios de MIT Leigh Hafrey sobre las principales tendencias globales en materia de liderazgo político, social y empresarial.
En este último terreno, uno de los temas de mayor actualidad y polémica fue el análisis del concepto de «consumo colaborativo» promovido por Rachel Botsman, cuya idea clave es que hay un creciente número de gente -de manera destacada los millenials- que están cambiando su mentalidad y prefieren pagar por el beneficio de un producto, sin que éste sea de su propiedad. Esta tendencia propicia una disrupción de las industrias tradicionales basadas en modelos de propiedad privada individual, pues permite que múltiples productos propiedad de una compañía sean compartidos o productos que son propiedad individual sean compartidos o rentados entre pares. El consumidor se beneficia porque no tiene que pagar por el producto totalmente y remueve las cargas inherentes a la propiedad, como son el mantenimiento, reparaciones o seguros, y maximizan los activos de los cuales sí son propietarios.