La reciente resolución de preponderancia del IFETEL podría escenificarse como un circo romano, en donde Gabriel Contreras y los demás comisionados ponen sus espadas sobre el cuello de Emilio Azcárraga y Carlos Slim, mientras escuchan el clamor popular exigiendo sangre y muerte. Sin embargo, es un momento clave que nos obliga ver hacia adelante con objetividad y aprovechar este punto de inflexión en materia de competencia y cultura de la legalidad, para fortalecer el mercado. Les comparto mi colaboración en Reforma Negocios de ayer.
¿La Caída de Azcárraga y Slim?
Bernardo Altamirano Rodríguez
17 Mar. 14
Prevalecer o fracasar, sobrevivir o morir, depende más de lo que hagas, que de lo que el mundo te haga. Jim Collins
La declaración de preponderancia del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) representa un momento clave que nos obliga ver hacia adelante con objetividad y que sea un punto de inflexión en materia de innovación, competencia y cultura de la legalidad para fortalecer integralmente el mercado.
El primer paso consiste en entender la racionalidad regulatoria sobre el origen de las empresas en cuestión y el objetivo de la preponderancia. Televisa, Telcel y Telmex no surgen de la libre empresa, sino que disfrutan de una concesión que les otorga el Estado mexicano para brindar un servicio público. Este tipo de mercados regulados se diseñan desde el Estado y tienen problemas inherentes de competencia, lo que se refleja en la calidad, oferta y precio de sus productos, que incide en la satisfacción de los consumidores. En este sentido, la declaración de preponderancia es un acto de la autoridad que busca promover mayor competencia. En el marco de una nueva regulación democrática, el IFT dio el primer paso y hay que reconocer su actuar simple, eficaz y sin protagonismos.
El consumidor es al mercado lo que el ciudadano a la democracia, y con la declaración de preponderancia ambos ganan en el ejercicio de sus derechos y libertades. En el caso de telecomunicaciones, el consumidor se beneficia por medidas que tienden a reducir asimetrías frente a proveedores en cobros y disponibilidad, enfoque que inició con la NOM 184. En el caso de la televisión, la competencia y transparencia se reflejarán en mayor pluralidad, lo que beneficia al ciudadano. En ambos casos, las medidas de regulación asimétrica incidirán en mayor inversión, lo que fortalece al mercado.
Como ciudadanos y consumidores, es importante contribuir a la gobernanza y racionalización del mercado, por lo que es justo preguntarnos: ¿cómo enfrentarán esta situación Slim y Azcárraga? Es evidente que está la vía judicial, pero recordemos que ambos son empresarios y políticos a quienes les importa su riqueza, pero también cómo los recordará la historia. Al respecto, es útil recordar casos de rivalidad ilimitada, como la de Rockefeller contra los ferrocarrileros, de la cual el primero innovó en materia de producto y distribución con los oleoductos. ¿De la rivalidad de entre los dos empresarios mexicanos surgirá alguna innovación por la que sean recordados en el futuro?
En cuanto a la competencia, es la oportunidad de que Slim y Azcárraga promuevan una nueva visión empresarial de un mercado basado en mejores prácticas comerciales. Este es el futuro. Si no vamos en esa dirección desde el ámbito privado, tarde o temprano llegarán medidas regulatorias límite y costosas desde lo público. La Constitución y la resolución del IFT pueden ser el parámetro bajo el cual ambos empresarios impulsen una nueva visión transversal de servicios públicos, en la que los concesionarios se sometan a los mismos estándares que sus empresas cumplen, y den beneficios a los consumidores. Asimismo, con su experiencia, pueden enriquecer el proceso de apertura en los sectores energéticos y evitar que se llegue a situaciones límite como la que hoy se vive con la preponderancia.
Finalmente, en cuanto a la cultura de la legalidad, se debe impulsar que esta resolución del IFT se contagie hacia el resto de las autoridades, desde gobernadores hasta el policía vial. La aplicación y cumplimiento de la ley debe ser la práctica generalizada en nuestro País, sin distingos económicos, políticos ni sociales.
Por eso, como diría Jim Collins en «How the mighty fall», es el momento para ambos de reorientar su estrategia y trascender, mediante el diseño de una narrativa que comunique a la sociedad un nuevo paradigma de un desarrollo de empresas y marcas mexicanas más fuertes, exitosas y generadoras de riqueza e innovación, con rivalidad y ambición, pero nunca a costa del consumidor ni de la competencia. Si Slim y Azcárraga toman las medidas correctas, no veremos su caída, sino su ascenso.
@beraltamirano
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