Hagamos de México nuestra empresa.

Los resultados de Pisa demuestran un proyecto educativo fallido. La solución debe ser integral y sobre todo transitar de una educación dirigida a monopolios, sindicatos públicos y programas clientelares, a otra dirigida a las empresas, competencia e innovación. Debemos transformar las redes, nodos y contenidos del conocimiento en el país, y hacerlo en conexión con la empresa. Es la forma de crecer.Les comparto mi colaboración de hoy de Reforma: Hagamos de México nuestra empresa.

BERNARDO ALTAMIRANO
Hacer de México nuestra empresa
 A lo largo de los años, los malos resultados de México en la evaluación Pisa han sido una llamada de atención. Ahora, los más recientes parecen entonar un réquiem a nuestra unidad y viabilidad como Nación. Si no lo entendemos así, seguiremos en una eterna autocomplacencia. Este resultado evidencia recursos mal invertidos y derrochados que no se tradujeron en ampliar las oportunidades y competencias de los niños, en una digna fuente de empleo para los maestros o en tecnología y contenidos educativos de vanguardia. Esfuerzos que no ha servido para construir comunidad, civilidad ni cohesión social, sino burocracias, conflicto, violencia y corrupción. Se trata de la más grave tragedia social que enfrentamos, ante la cual la receta tradicional ha consistido en ampliar presupuestos y burocracias, pero omitimos evaluar integralmente el ecosistema en que se desenvuelve la educación, pues ni el mejor contenido pedagógico puede tener por sí mismo un destino exitoso ante la carencia de un entorno que incentive el conocimiento, la competencia y el crecimiento.

Todavía hasta hace pocos años teníamos un régimen monopólico en múltiples industrias, lo que atrofió los canales que vinculan a la educación con el empleo, con la innovación y con el crecimiento. Los efectos de ese fallido modelo económico en la educación todavía los padeceremos por mucho tiempo, por lo que urge construir nuevos paradigmas con una visión de largo plazo. Nuestra historia reciente muestra un intento por vertebrar a nuestro país mediante monopolios, sindicatos públicos, programas clientelares y burocracias, en lugar de apostar al desarrollo empresarial, al impulso de la competencia y la búsqueda de nuestra libertad. Así, cualquier modelo educativo estaba destinado al fracaso al topar con el peor muro que hemos enfrentado.

El primer paso implica avanzar en la agenda de libertades y dirigirnos en lo interno hacia un libre mercado efectivo, principalmente en lo local. Además, requiere entender a la ciencia, arte, tecnología, agricultura, ocio, etc., como medios idóneos para crecer a través de la empresa, la sociedad y la competencia, y no mediante la explotación exclusiva del Estado y sus burocracias, quienes en todo caso deberían limitarse a incentivar y regular el desarrollo de sectores estratégicos. En efecto, se requiere reconocer que a diferencia de un sistema monopólico, de empresas públicas o intervencionista, el fortalecimiento y esparcimiento de empresas y del libre mercado son la fórmula para avanzar de una manera gradual e incremental en el conocimiento, así como en canalizar éste entre diferentes niveles socioeconómicos de una manera ágil y productiva. Sin duda, con esta vía se amplían, expanden y comparten las redes de conocimiento y se diversifican medios para fondear la investigación e innovación.

Por otro lado, es importante recordar algunos de los elementos que Tocqueville analizó sobre la libertad económica. Por un lado, la propiedad privada es un contrapeso a la expansión gubernamental, y aporta valor e independencia a los individuos. Por otro, la libertad de contratar diversifica y fortalece las relaciones entre las personas a partir de un sentido formal de dignidad y respeto recíproco. Así, las libertades económicas son esenciales para las libertades políticas, pues las fortalecen a través de un espíritu de autogobierno. De esta forma, la empresa y el comercio tienen un benéfico papel civilizador, pues encauzan a «los hombres a conducir sus propios asuntos y a conducirlos bien; así, los prepara para la libertad y los previene de las revoluciones».

Por último, países que han experimentado exitosas transiciones políticas han encontrado en el crecimiento económico la mejor fórmula para consolidar su democracia liberal. Incluso, como dice Adam Przeworski, la viabilidad de una democracia es mayor en la medida que crezcan más rápido que al 5 por ciento anual; en cambio, la fragilidad de una democracia en inferiores niveles de desarrollo se vincula con su vulnerabilidad ante crisis económicas. Adicionalmente, casos como el de Corea del Sur y Taiwán confirman la relación entre el establecimiento de una democracia y el crecimiento de la clase media quien fue clave para desmantelar un estado autoritario.

Esta visión implicaría retomar un constitucionalismo liberal, que sirva para limitar al poder y prevenir la corrupción; aplacar esas legislaturas dictatoriales que quieren regular todas nuestras actividades, para dar prioridad a una moderna visión de derecho privado y retomar el valor de los contratos, como medio idóneo para reconstruir esa confianza interpersonal; fortalecer el valor de la propiedad y en lugar de buscar confiscar la plusvalía de ésta, promover políticas de economía compartida. Son medidas que no generarán popularidad, pues implica desmantelar los restos de un Estado autoritario y clientelar, pero debemos eliminar la cultura de la extracción y promover un espíritu decidido para que todos hagamos de México nuestra empresa, en donde florezca el conocimiento, la competencia y el crecimiento.

Constitución CDMX y Mercado

El Proyecto de Constitución para la Ciudad de México fue difundido hace poco días. Sin duda, es un texto que parece más una pieza retórica, que lo que busca ser la norma suprema de la Capital. Sus normas son más de carácter programático y teleológico, que jurídico. Además, tiene contenidos explícitamente ideológicos. El desarrollo de los temas es pobre, y en muchos casos, parece desconocer que existen temas ya claramente desarrollados por la Constitución General y tratados internacionales.

De manera específica, me preocupa el apartado económico, que tiene múltiples deficiencias y sobre todo, genera protecciones especiales a ciertas categorías, como son el caso de los comerciantes informales, a quienes les brinda garantías superiores a las que tienen los establecimientos formales. Si la Constitución CDMX no cuida estos aspectos, muy posiblemente se genere desconfianza de inversionistas en esta Capital y busquen otras localidades más seguras. Más allá de estas amenazas, el primer trabajo que debe hacer el constituyente capitalino es simplificar este proyecto churrigueresco. Les comparto mi artículo de hoy en Reforma.

BERNARDO ALTAMIRANO
Constitución CDMX y mercado
 «La simplicidad es la mayor sofisticación», Leonardo Da Vinci.

Los rezagos estructurales del País son múltiples. Destaco dos que a lo largo de más de 2 siglos no hemos encontrado ni la fórmula ni el enfoque adecuados. Por un lado, nuestra experiencia constitucional es una historia de fracasos, en particular la era posrevolucionaria, en donde en lugar de consolidar una norma suprema que limite el ejercicio del poder en torno a las libertades y el marco de la ley, se ha privilegiado incluir fines políticos e ideológicos que inciden negativamente en el Estado de Derecho, la convivencia cívica, los derechos de propiedad y la cultura de legalidad. Por el otro, la economía es rehén de una herencia de un Estado omnipresente, que confunde la producción y distribución de la riqueza, y que por tanto inhibe avances sustantivos. Si bien el centenario de nuestra Constitución pareciera ser el momento propicio para romper estos rezagos, las señales que da la clase política anticipan que seguiremos en este laberinto sin salida de oportunidades perdidas.

Esta premonición surgió al revisar el Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México, el cual reincide en los vicios descritos, en particular el capítulo denominado «Ciudad Productiva», el cual contiene los pilares económicos que determinarán las relaciones entre Gobierno y mercado. El objetivo consiste en arribar «al progreso distributivo y al bienestar social». Asimismo, reconoce que «toda persona tiene el derecho individual y colectivo a participar, contribuir y disfrutar de una economía que tenga por objeto el bienestar, la redistribución de la riqueza y la sostenibilidad social y ambiental». Remata: «Esta Constitución reconoce la actividad económica como un bien de interés público que debe ser tutelado. Las autoridades proveerán lo necesario para que los emprendimientos económicos sean objeto de la protección y acompañamiento institucional». Estos planteamientos son el preámbulo para leyes y reglamentos que serán emitidos con amplios márgenes de discrecionalidad en cuanto a la interpretación de dichos objetivos. En pocas palabras, es una Rectoría Económica del Estado recargada y amplificada.

Por otro lado, el Proyecto enmarca aspectos como los derechos de las «personas trabajadoras no asalariadas, autónomas o por cuenta propia», el «derecho humano al trabajo» y reconoce derechos específicos a los vendedores ambulantes, para «desempeñar sus actividades y oficios en los espacios públicos de la ciudad… a la certeza jurídica, la seguridad física y la no represión» y prohíbe «toda forma de confiscación de sus productos». Es incomprensible cómo genera un nivel de protección superior a esta modalidad comercial por encima de la de los establecimientos formales. Además, el riesgo de estos modelos institucionales es que quedan vulnerables ante conflictos en tribunales las «olvidadas». Por último, el Proyecto contempla una serie de principios para proteger a «personas consumidoras y usuarias», el primer paso para descentralizar funciones en materia de protección al consumidor y observar cómo el Tribunal Constitucional previsto dirime conflictos de esta naturaleza.

El espíritu del Proyecto destaca por su complejidad en su entendimiento, aplicación y cumplimiento. Urge depurar el contenido, particularmente en el terreno económico, donde como recuerda Hayek, el desarrollo y crecimiento de negocios es más fértil en el sistema de common law que en el napoleónico, como el nuestro. Así que conviene flexibilizar y simplificar los contenidos económicos del Proyecto y promover el desenvolvimiento de los agentes económicos y el fortalecimiento de eficaces tribunales. Además, la carga considerada en el capítulo de Carta de Derechos, es enorme, y los retos fiscales que enfrentamos como Nación evidencian que ya no podemos sostenernos ni ser viables con viejas fórmulas, sino mediante la generación de riqueza a partir de condiciones de competencia y seguridad jurídica, lo que pueda generar recursos para políticas redistributivas. Finalmente, es importante que el constituyente recuerde el diagnóstico de Agustín Basave -ex presidente del PRD-, quien indica que en México se crean normas alejadas de la realidad y muy complejas que propician la corrupción y que la mejor amiga de la legalidad es la sencillez.

Dos historias, una Comunidad de Confianza.

México y EUA compartimos múltiples aspectos de nuestros orígenes e historia, pero al mismo tiempo existen una gran cantidad de principios y aspectos culturales que nos diferencian. Uno de los campos más visibles de estos contratos es el desarrollo empresarial. La Asociación de Empresarios Mexicanos (AEM) en EUA amablemente me abrió las puertas de su revista para exponer cómo con Better Business Bureau México buscamos reducir diferencias culturales e incluso de idioma, mediante acercar a las empresas y consumidores de ambos países, mediante el lenguaje de las mejores prácticas comerciales, el fortalecimiento de la reputación y la construcción de confianza, en torno a una comunidad de confianza. Les invito a leer mi colaboración aquí.

Brexit, Trump y las Empresas Globales

Brexit y sus efectos han sido analizados desde la perspectiva política, financiera e internacional. A todos nos causó sorpresa ver cómo en Inglaterra, país de una larga cultura democrática, prosperaran consignas populistas, nacionalistas y antiempresa. Esto me ha hecho pensar que tal vez estamos enfrentando de manera incorrecta las expresiones del populismo. En efecto, necesitamos volver a conectar nuestro sistema capitalista, con el crecimiento de las personas y de las naciones, lo que sería el pilar fundamental de la democracia liberal. En este sentido, estoy convencido que si bien los políticos, organismos internacionales y medios de comunicación tienen una directa responsabilidad en este fenómeno, las empresas globales tienen mucho que aportar en generar alternativas que incidan en el bienestar de las familias. Les invito a leer mi colaboración en Fortuna y Poder.

 

Reforma Energética y Ciudadanía Corporativa

Las empresas públicas del sector energético en México no solo han sido la clásica historia que caracteriza a los monopolios gubernamentales: ineficiencias, insatisfacción de los consumidores, impulso de agendas políticas, corrupción, o manipulación de empresas gubernamentales y de las propias empresas públicas. Sin duda, el caso más emblemático fue la extinta LyFC. Esta historia ha sido también una oportunidad perdida para que a través de la fortaleza y alcance de estas empresas se pueda contribuir a desarrollar una ciudadanía corporativa, procesos más transparentes y democráticos de vinculación con comunidades y ciudadanos, y por supuesto de contagiar de manera positiva al entorno de negocios de mejores prácticas y estándares comerciales. Este aspecto es el que analizo hoy en mi colaboración de Reforma Negocios. Sin duda, la reforma energética representa una gran oportunidad para promover una real ciudadanía corporativa y que Pemex y CFE le apuesten a convertirse en agentes de cambio cívico y empresarial. Les comparto el artículo.

BERNARDO ALTAMIRANO
Reforma energética y ciudadanía corporativa
Las perspectivas e impacto de la reforma energética han sido analizados a profundidad en materia de inversión, tecnología, competencia y empleo, así como sobre la viabilidad de Pemex y CFE. Es natural que así sea, pero existe otra gran oportunidad que se deriva de las reformas: avanzar en una mejor cultura corporativa y entorno de negocios en el País.

La apertura detonó, por un lado, la creación de nuevas empresas mexicanas que buscan participar en el mercado energético, de entre las cuales, muchas fueron fundadas por exitosos líderes empresariales en otros sectores. Por el otro, abrió el apetito a empresas internacionales que tienen una amplia experiencia en múltiples países, y que han desarrollado estándares aplicables a diferentes ambientes regulatorios y de negocios. La gran oportunidad es que ambos aspectos contribuyan a delinear un mejor ecosistema empresarial, elevar los estándares y mejores prácticas y romper paradigmas en materia de servicios al consumidor.

La corrupción es la mayor amenaza contra esta oportunidad. Sin duda, en lo nacional, urge avanzar con el sistema anticorrupción y medidas ad hoc en este sector. En lo internacional, hay que aprovechar experiencias, como la de EU, en donde las empresas deben cumplir con la Ley contra las Prácticas Foráneas de Corrupción. Cabe recordar casos como el de Walmart, Siemens, HP o Goodyear, en donde se sancionaron actos de corrupción extraterritorial y se contribuyó a que este tipo de empresas tuvieran que diseñar y ejecutar complejos procesos corporativos para evitar incurrir en malas prácticas.

En el sector del petróleo, Pemex ha sido un referente en la economía nacional, aunque lamentablemente no en el de promoción de una ciudadanía corporativa, ni en el impulso de mejores prácticas. Ahora, tendrá que competir en cultura corporativa con empresas como Chevron o Shell -por mencionar dos casos. La primera -fundada en 1879- ha afianzado una sólida cultura corporativa en la que en todas las áreas de la empresa se enorgullecen del «Chevron Way», la piedra angular de su accionar. Su precisa comunicación corporativa transmite un compromiso para enfocarse en la gente el desarrollo de las mejores prácticas de contrataciones públicas, alianzas con las ONG y think tanks, innovación en las relaciones públicas y contribuir a un adecuado entorno de negocios. Por su lado, Shell, desde 1907, también cuenta con una sólida cultura corporativa, tiene una firme agenda en materia de cambio climático y su visión apuesta a entender mejor el futuro del mundo y el papel que tendrán los energéticos en el mismo. Sin duda, estas empresas -con errores, faltas y aciertos- son un benchmark para Grupo Dragón, PetroBal, Carso Oil & Gas o Pemex, entre otras.

El caso de electricidad es igualmente interesante. La CFE recorre dos vías paralelas, pues por un lado es la empresa que más quejas tiene ante la Profeco y, por otro, avanza en definir su visión y en impulsar códigos éticos de conducta. Ambas vías convergerán cuando los consumidores y competidores sientan que los mecanismos de atención y su propósito se alinean. Comparemos con el caso de Florida Power and Light Company (FPL). Si bien tiene un marco regulatorio diferente, esta empresa conoce el valor que representan las quejas de los consumidores (ratio de 0.03/1000), para ajustar sus procesos y mejorar la experiencia del consumidor. Además, enarbolan una serie de elementos que el consumidor los asocia con la marca: servicio confiable, precios bajos (está en los rangos inferiores de todo EU), así como el de la mayor eficiencia en el mercado. Además, han desarrollado tecnología de primera en materia de medidores y tableros de control, en la que innova para que los usuarios conozcan su consumo eléctrico y sean más racionales.

Estos elementos y de otras empresas globales serán motivo de estudio por las nuevas compañías mexicanas. Pero también deben ser un referente para José Antonio González y Enrique Ochoa al identificar el legado que dejarán en el ambiente de negocios mexicano y cómo dotarán a sus empresas de un propósito que sea identificado por los consumidores. La reforma energética tendrá mayor potencial económico y democratizador en la medida que Pemex y CFE sean un referente de ciudadanía corporativa.

 

Que Joel Spira nos Ilumine.

En días recientes, gracias al Eisenhower Fellowship pude visitar una gran empresa en EUA, quien desde hace varias décadas ha sido sinónimo de innovación, emprendedurismo y buenas prácticas corporativas: Lutron Electroncs. Sin duda alguna, en México tenemos una gran oportunidad de aprender de la experiencia y éxitos de empresas como ésta. Les invito a leer mi colaboración en Fortuna y Poder, Que Joel Spira nos Ilumine.

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Domando al caballo… y al mercado.

El lunes pasado comenzaron las reuniones y entrevistas que desarrollaré a lo largo de estas semanas en varias ciudades de EUA, gracias al Eisenhower Fellowship que me fue otorgado.

Mi objetivo consiste en profundizar en la expansión de una red en la que los valores de confianza, responsabilidad e integridad sean la moneda de cambio e incentivos de una nueva cultura y entorno de negocios en México. Para cumplir con la meta, durante estas semanas me reuniré con empresas, líderes del Better Business Bureau (BBB), reguladores, académicos, cámaras y organizaciones, para identificar los incentivos y restricciones que existen en el mercado de EUA, mismas que le han permitido contar con un mercado dinámico, crecimiento e innovación en negocios, eficacia de los reguladores y así, ampliar la satisfacción de los consumidores.

En esta semana que concluye, tuve una plática en extremo interesante con el Presidente de la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo (CPSC, por sus siglas en inglés), Elliot Kaye. Sin duda alguna, se trata de una agencia de gran prestigio y reputación, cuyas políticas no solo son reconocidas en EUA, sino que es un referente en todo el mundo. Con el Presidente Kaye reflexioné sobre el valor de la seguridad en la relación entre empresas, consumidores y reguladores. Sin duda es un tema clave en la construcción de confianza y en el cual existe un gran potencial para fortalecer la cooperación regulatoria y educación de empresas y consumidores entre los tres países de TLCAN.

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Por el otro lado, me dio mucho gusto regresar a una institución que no solo le tengo un gran reconocimiento y admiración, sino también cariño. Asistí a la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés). Desde la entrada queda manifiesto el simbolismo de esta institución.pues uno se encuentra con una magnífica escultura de un hombre domando a un caballo, mediante la cual se representa la forma en que se controla la economía. Sin duda alguna, la FTC ha sido fundamental para que los negocios no hagan prácticas monopólicas o depreden a sus competidores, así como para evitar que las empresas incurran en prácticas inequitativas o engañosas. En esta reunión me reuní con varios funcionari@s, entre quienes tuve el placer de tener una maravillosa plática con la Comisionada Terrel McSweeny.

Además participé en una mesa redonda en la Oficina para la Empresa Pequeña (SBA, por sus siglas en inglés), la cual fue fundada justamente por el entonces Presidente Eisenhower, y que se encarga de promover el emprendedurismo y la innovación, así como la vinculación de emprendedores con los sectores estratégicos de la economía. Sin duda alguna, nos llevan en EUA varios años de ventaja en promover estas políticas, pero nunca es tarde, por lo que en México es oportuno estudiar a fondo los éxitos y fracasos que ha tenido esta agencia, para que nuestros pasos puedan ser más contundentes.

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Por último, también tuve una reunión a nivel estatal que me ayudó a ver la regulación y operación de los servicios públicos desde otra perspectiva. En efecto, tuve una excelente plática en la Comisión de Servicios Públicos de Maryland, con la Comisionada Anne Hoskins, con quien estuvimos dialogando sobre cómo se regulan los servicios públicos desde lo local, con el objetivo de generar los mejores estándares posibles, y que puedan converger gobierno, empresas y usuarios. Es una tarea en extremo compleja, un arte diría, pues el objetivo de fortalecer los servicios públicos, tiene que ser consistentes con buenas condiciones para el proveedor e inversionista, pero también para los consumidores.

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Durante estas semanas les iré compartiendo mis experiencias.

Reporte Global de Emprendedores 2015

Cada vez se escribe más sobre el emprendedurismo. Sin duda, falta profundizar en entender este fenómeno, y para efectos de la discusión, resulta indispensable empezar a diferenciar lo que implica el impulso del ejercicio de la libre empresa y profesión, y por el otro el real emprendedurismo, vinculado con la innovación. En las condiciones económicas, comerciales y laborales de nuestra país, resulta imperativo avanzar con ambos brazos, pero debe entenderse cuál es el alcance y propósito de cada aspecto. En este contexto resulta indispensable entender cuál es el ambiente emprendedor, el espíritu, aspiraciones y temores que existen en torno a esto. Aquí es muy relevante el aporte que hace Amway con su Reporte Global de Emprendedores 2015, en el que busca estudiar y analizar estos valores en más de 40 países, incluyendo México. En esta ocasión, mi columna en Fortuna y Poder la dedico al análisis del Reporte. Los invito a leerla.

¿Cuál es la Responsabilidad Social de las empresas con el consumidor?

La agenda de Responsabilidad Social Empresarial avanza de manera constante en el país. Es una visión empresarial que ha llegado para quedarse y perfeccionarse. Sin duda, las empresas tienen múltiples responsabilidades que cumplir en torno a esta agenda, pero de manera específica, ¿cuál es la responsabilidad social de las empresas con el consumidor?

En nuestro país, el espacio para innovar y generar estándares desde el ámbito privado son reducidas, dada la gran cantidad de normas y reglas escritas que existen. De ahí que las empresas se preocupan más por cumplir la ley, que por identificar qué estándares propios o industriales pueden generar mayor lealtad de los consumidores. Lo anterior, dado que las regulaciones prevalecientes son de carácter social, y por tanto son obligaciones que las empresas deben cumplir. Lo anterior no debe ser un impedimento para que las empresas impulsen nuevos paradigmas. Los invito a leer en «Corresponsables«, sitio líder en el país en la materia, mi columna sobre la responsabilidad social de las empresas con los consumidores.

¿Cómo funcionan las reseñas de negocios?

¿Qué tan frecuentemente consultas reseñas de negocios en línea? ¿Lo haces para seleccionar vuelos, aviones, restaurantes, etc? ¿Qué criterio sigues para tomar decisiones? Como empresario, ¿sabes cómo navegar en este complejo mundo de reseñas? ¿Cómo inciden éstas en la reputación de tu empresa?

En ocasiones navegamos por sitios que presentan reseñas de negocios, que en un principio parecen objetivas y de utilidad para los consumidores. En el fondo existe todo un complejo esquema comercial y de publicidad escondida, que mucho se aleja de ser una ventana transparente que nos permita identificar a los mejores negocios.

Por el otro lado, como empresarios, en ocasiones observas que tu competencia tiene reseñas muy positivas -exageradas dirías-, y en cambio tu careces de las mismas o tienes comentarios muy negativos que te sorprenden por no ser conformes con la realidad. ¿Qué haces al respecto? ¿Sabes qué han habido juicios contra sitios de reseñas por hacerles «bully» a los negocios que no pagan precios altos por tener calificaciones altas?

En fin, es un esquema más complejo de lo que parece a simple vista, por lo que del lado del consumidor o de la empresa, resulta fundamental saber con detalles los pormenores de este creciente fenómeno. Estamos frente a una oportunidad de construir canales de comunicación confiables e íntegros, por lo que hay que evitar engaños, abusos y manipulaciones. Les invito a leer mi colaboración en Fortuna y Poder: ¿Afectan las reseñas a mi negocio?

Hasta pronto.

 

La Reputación de la Empresa y la Confianza en el Mercado

¿Cómo construyes la reputación de tu empresa? ¿Los consumidores confían en tus productos o servicios? Ahora velo a nivel del mercado o industria: ¿qué tanto tu sector goza de confianza con los consumidores?

Estas preguntas son importantes, pues de la buena reputación y confianza se puede generar mayor dinamismo y crecimiento en los negocios. Por lo que resulta fundamental avanzar en mecanismos que permitan a las empresas que realizan buenas prácticas comerciales, a ganarse la confianza de los consumidores. Los invito a leer mi colaboración en Fortuna y Poder.

Herencia compartida entre EUA y México: rumbo a un mundo de negocios sin fronteras.

Ayer tuve el honor de ser conferencista en el McCoy College of Business, de la Texas State University, en su Business Leadership Week.

La invitación me llamó de sobremanera la atención, pues fue en homenaje al trabajo de un líder de origen mexicano, Tomás Rivera, quien durante su vida académica en EUA (tanto en Texas, como en California), buscó generar puentes entre ambas naciones. En este contexto, me invitaron para que expusiera porqué razones estamos construyendo y desarrollando el Better Business Bureau (BBB) en México.

La reflexión que hice partió de explicar las grandes diferencias que existen en materia económica, política, social, legal y para los negocios, entre ambos países. Uno de los aspectos de mayor relevancia en esta comparación es la gran cantidad de regulaciones que existen en México (de acuerdo con el índice de libertades económicas del Cato Institute estamos por encima del lugar 90). Esto significa que sobrerregulamos nuestra vida económica y empresarial. Así que enfrentamos una contradicción, pues por un lado impulsamos desde hace varios años una profunda apertura comercial, mediante tratados. Por el otro, en el ámbito interno, ya sea federación, estados o municipios, ponen un yugo regulatorio muy fuerte a la actividad empresarial, lo que propicia su asfixia. Las regulaciones son restrictivas y no generan los incentivos para emprender ni abrir un negocio. Esta es una de las verdaderas razones de las migraciones, las graves asimetrías en la productividad y de la incapacidad de que los mexicanos desarrollen proyectos empresariales competitivos.

En este contexto, la importancia de contar con una BBB consiste en apoyar a los empresarios y profesionistas mexicanos que están comprometidos a hacer las cosas de manera correcta, a promover mejores prácticas comerciales, ética empresarial, en fin, una verdadera comunidad de confianza. Justamente con BBB queremos contribuir a cambiar la cultura empresarial, para que los incentivos se alineen en favor del emprendedurismo, legalidad, información y satisfacción de los consumidores. Queremos que BBB contribuya a generar incentivos positivos tanto de los consumidores, como de los negocios y profesionistas.

Los alumnos estuvieron muy participativos y con ganas de involucrarse con nosotros desde allá. Claro que estaremos encontrando fórmula de incorporar jóvenes tan talentosos.

Discutamos la Competencia.

Ayer tuve la oportunidad de participar el el programa Espiral, conducido por Ricardo Raphael. El tema sobre el cual reflexionamos es el de las recientes reformas en materia de competencia económica. ¿Es suficiente reformar la ley para que se decrete la competencia en los mercados? ¿Es un tema institucional, de incentivos o cultural? ¿México tiene una visión unívoca en la materia? ¿Cómo podemos avanzar en empresas que sepan competir más y que esto genere mayor beneficio social?

Estos son algunos de los aspectos sobre los cuales se reflexionó junto con la Comisionada Presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), Alejandra Palacios, Manuel Molano del IMCO, Lucía Ojeda de SAI Consultores y su servidor. Este tipo de reflexiones son fundamentales, pues si bien el tema de competencia económica es de alta complejidad técnica, también debe evaluarse desde un punto de vista de modelo de sociedad y mercado.

¡Rompamos el legado mercantilista y construyamos el del liberalismo!

En América Latina, en general, y en México, en particular, las políticas y programas gubernamentales que buscan atender nuestros graves problemas estructurales, están contaminadas por fantasmas y mitos de nuestro pasado, y por eso a la clase política se ha especializado en manipular y pelear contra molinos de viento. La sociedad queda confundida por estas acciones y conflictos. En realidad, lo que tenemos que reconocer es que no hemos enfrentado nuestro problema de fondo: el legado que nos dejó el virreinato sigue vigente más que nunca. Seguimos teniendo una visión mercantilista y por eso nuestras economías siguen subordinadas al interés político, no al bienestar social ni al desarrollo individual. La medida más urgente que debemos tomar en el presente es avanzar en una agenda liberal, en lo político y económico. Debemos dejar de pensar en un Estado benefactor, que por un lado no ha sido eficaz en combatir la pobreza, pero por el otro lado, ha sido muy eficaz en frenar la iniciativa e ímpetu de crecimiento de los ciudadanos. Les invito a leer este artículo que me publica Foreign Affairs Latinoamérica.

Zapata lucharía por Uber y los food trucks.

¿Cómo analizar caso de Uber a la luz de principios políticos y económicos básicos? ¿Tendría algo que opinar al respecto Emiliano Zapata? Estoy convencido que sí, pues su lucha fue por la pequeña propiedad y nuestra libertad económica. En las ciudades, Zapata lucharía porque el emprendedor, el innovador, el que se autoemplea, pudieran romper las cadenas de un Estado sobrerregulador y voraz. Apoyaría a quienes tienen una pequeña propiedad tipo food truck y que le quiere agregar valor. Hay que estudiar más a Zapata y entender sus luchas agrarias, desde una perspectiva urbana, pues el opresor de inicios del S. XX es muy diferente al de hoy, pero en ambos casos existe ese principio fundamental en que hay que reconocer a la propiedad privada como una libertad fundamental, la cual con el trabajo se le agrega valor y genera beneficios sociales y por tanto es el medio idóneo para desarrollarnos de manera autónoma. Les invito a leer mi colaboración en Animal Político: Zapata lucharía por Uber y los food trucks.

De Springbreakers, Inversión y Estándares.

La sabiduría popular permite en ocasiones entender la clara dimensión de nuestra realidad. “Dios los hace y ellos se juntan”, describe cómo las comunidades se integran por personas que responden a incentivos y conductas semejantes, donde  la virtud y el vicio, siendo los dos extremos, enmarcan la aspiración o fracaso de éstas. Así, las comunidades lanzan señales que generan identidad y atracción a sus semejantes: i) legalidad, transparencia, responsabilidad, atraerán a personas que busquen esos mismos valores; ii) corrupción, compadrazgo, influyentismo, atraen a quienes se benefician de estos elementos en la toma de decisiones.

¿Qué señales envía el país y su clase política a posibles inversionistas? Desde conflictos de interés, hasta riqueza injustificada –desde casas aquí o en el exterior, relojes, autos, viajes, etc.- ; desde alcaldes que confirman haber robado un poco y levantan faldas a sus invitadas en fiestas de 10 millones de pesos, hasta partidos que gastan en sus campañas cantidades exorbitantes e ilimitadas; desde legisladores y gobernadores que se llevan moches y comisiones millonarios por contratos y licitaciones públicas, hasta quienes ofrecen concesiones desde la SCT –trenes, aeropuertos, caminos, etc.- con ventajas para sus interés personales y políticos. La lista sería interminable, pero la nota común es la impunidad y la visión de que es la única forma de hacer las cosas en este país. Estas son las señales que se envía y de ese tamaño serán los perfiles nacionales y extranjeros que inviertan en México. Claro que existen muchos esfuerzos importantes que buscan hacer las cosas de manera legal, pero para estos es mucho más difícil y complejo.

En este escenario, y ante un gobierno que es muy gastón en infraestructura y que tiene la responsabilidad de abrir el sector energético, surge la pregunta: ¿se ahuyentarán inversiones? Algunas autoridades de manera cínica responden: por supuesto que no, estas empresas están acostumbradas e estos entornos de corrupción, como el de México. Y aquí es donde tenemos que actuar. Estoy absolutamente convencido que la empresa privada debe participar en el sector energético, ¿pero queremos que lo hagan quienes están dispuestas a llegar con portafolios de efectivo para repartirlos ilegalmente por todos lados? Si no elevamos los estándares de nuestros mercados, el riesgo es que nuestra economía se desarrolle y crezca sólo a partir de la corrupción, lo cual consolidará el poder oligárquico de algunos cuantos y aleje los beneficios sociales de estos procesos de liberalización. De ahí que urge abordar este tema y evitar que el mal endémico que tenemos, haga metástasis y sea imposible solucionarlo. Les comparto mi colaboración de hoy en Reforma Negocios.

 

BERNARDO ALTAMIRANO RODRÍGUEZ

DE SPRING-BREAKERS, INVERSIÓN Y ESTÁNDARES.

¿Por qué será que muchos mexicanos tienen un comportamiento en nuestro País tan contrastante con el que tienen al cruzar la frontera a EU? ¿Por qué estos no se atreverían allá ni a pasarse un semáforo? ¿Es una razón cultural, de dobles estándares o de incentivos? Mientras aquí el incentivo es a transgredir, allá es a cumplir. Esta realidad se agrava si reconocemos que este fenómeno también ocurre en sentido inverso. Basta observar cómo en esta temporada nuestras playas se saturan de los conocidos spring-breakers, quienes vienen al País a hacer todo lo que no pueden en el suyo, pues aquí el entorno lo permite e incluso fomenta. Son turistas que vienen a darle la vuelta a la ley. Derraman sus recursos a costa de depredar y corromper los nuestros.

Lo mismo pasa en el mundo de negocios. Nuestras empresas llevan varias décadas luchando por ser más productivas y competitivas. Principalmente, aquéllas que se han integrado más al comercio global, en particular al TLCAN, lo han logrado (McKinsey Global Institute 2014), gracias a elevar sus estándares a la altura de las mejores prácticas internacionales, tanto para su desempeño nacional como en el extranjero. Al respecto, las empresas tradicionales se han rezagado y cada vez la distancia entre ambas es mayor. Esta desigualdad de estándares reduce la confianza en el mercado y tiene múltiples vertientes -responsabilidad corporativa, controles de calidad, relaciones laborales, ambientales, cumplimiento regulatorio, atención a consumidores, mecanismos anticorrupción, contratación de servicios legales y relaciones públicas, entre otras-. Al igual que con los spring-breakers, lo inverso también ocurre con empresas extranjeras que operan en el País. Mientras la gran mayoría sigue estándares internacionales, existen algunas que los bajan y presentan parámetros de prácticas comerciales diferentes, lo que se refleja en un trato diferenciado a los consumidores, a la competencia y a la autoridad.

El caso más reciente es la marca Reebok, propiedad de Adidas, la cual con un mismo caso de publicidad engañosa enfrentó de manera diferente su responsabilidad frente a las autoridades y consumidores de EU y México. Mientras que allá llegó a un arreglo con la autoridad para pagar 25 millones de dólares a los consumidores engañados, aquí optó por seguir una estrategia litigiosa chicanera, la cual fue aceptada por dos instancias judiciales. Afortunadamente, la Suprema Corte le puso un alto a esta situación. Si bien Reebok actuó con base en incentivos de mercado y judiciales locales -el Papa Francisco diría que se «mexicanizó»-, es el momento de que reconozca que se equivocó y que les tendrá a autoridades y consumidores mexicanos el mismo respeto que tuvo con los de EU.

Este ejemplo ilustra las señales que manda el mercado mexicano a inversionistas extranjeros: altos niveles de corrupción gubernamental, conflictos de interés impunes, moches y comisiones, procesos judiciales opacos, derechos de propiedad inciertos, mínimo crecimiento, entre varios aspectos. Ante esta realidad, resulta prioritario fortalecer nuestro mercado y comunidad de negocios elevando estándares, donde la empresa tiene la gran oportunidad de ser el motor transformador. En inminentes inversiones, como la energética o aeroportuaria, debemos tener cuidado, pues ante las señales descritas, existen riesgos considerables de que las empresas con mayor responsabilidad corporativa -las cuales construirían capital social y humano- se alejen y así inviertan empresas spring-breakers, que tienen prácticas comerciales controvertidas y agravarán la corrupción. Por eso hay que elevar los estándares y que los nuevos inversionistas contribuyan a mejorar nuestro entorno económico y social y no a replicar malas conductas, como el despacho de litros de gasolina incompletos o prácticas anticompetitivas en servicios aeroportuarios.

En el ámbito gubernamental urge eliminar la simulación de servicio civil de carrera, para que los inversionistas conozcan mejor la trayectoria de largo plazo de los servidores. Tenemos grandes servidores públicos, que comparten riesgos y reputación con quienes abusan y tienen conflictos de interés. Hay que darles mayor brillo a los primeros y que salgan a flote los segundos. Así, un inversionista se sentará con autoridades que promueven efectivamente el interés público y no el enriquecimiento propio.

La agenda empresarial para elevar los estándares es amplia. Desde la promoción de códigos de mejores prácticas comerciales, sellos de calidad y mecanismos de autorregulación, así como lineamientos anticorrupción, como los que publicó el CCE. En el ámbito académico hay que fortalecer los contenidos de responsabilidad social y corporativa. En el ámbito judicial urge avanzar con la propuesta del Ministro José Ramón Cossío sobre la colegiación, para generar un mercado de servicios legales más transparente y con más incentivos orientados a la reputación y mérito. Al elevar nuestros estándares, construiríamos mejores incentivos de mercado y evitaremos que las nuevas oportunidades de inversión sean benéficas para spring-breakers.

Regulación, verificación y cumplimiento.

Uno de los graves problemas que enfrenta nuestro país es la débil cultura de la legalidad. Sin duda alguna, este problema tiene efectos en múltiples ámbitos, como seguridad pública, formalidad, civilidad, tránsito, y por supuesto en el mercado. En este ámbito, tenemos que propiciar una revisión a fondo de la regulación económica que emite el Estado, así como de los instrumentos de verificación que éste dispone para revisar su cumplimiento. Por un lado, se implementan regulaciones de enorme complejidad y por el otro lado se cuenta con autoridades verificadoras que no cuentan con los instrumentos ni visión clara para revisar ese cumplimiento. Esto desemboca en medidas autoritarias y discrecionales, que reducen y merman la libertad empresarial y que no generan ningún beneficio social. Urge revisar esta situación y hacer cambios de fondo y forma y dirigirnos a un camino de la simplicidad. Les comparto mi columna de Reforma Negocios. Gracias por sus comentarios.

 

BERNARDO ALTAMIRANO RODRÍGUEZ

Regulación, verificación y cumplimiento

México ocupa dentro de la OCDE el nada honroso tercer lugar en mayor número de restricciones regulatorias a la economía. Esto contribuye a ubicarnos como el lugar 91 dentro de la lista del Instituto Fraser en materia de libertad empresarial. Las regulaciones merman esa libertad, ya sea desde trámites, permisos o costosos mecanismos de cumplimiento. Este último aspecto es fundamental, pues las regulaciones deben justificar su existencia a partir de razones sociales o económicas y debe revisarse que sus beneficios sean superiores a sus costos. Sin esta base, las regulaciones sólo empoderan ventanillas burocráticas, evidencian ingobernabilidad por falta de cumplimiento o se corrompen en la etapa de verificación -instrumento del que dispone la autoridad para revisar el cumplimiento y, en su caso, sancionar al infractor-.

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¿Hacia una nueva era?

Las reformas aprobadas en los recientes meses alinean los incentivos y las reglas del juego en favor de mayor competencia. No hay reforma perfecta, pero hay que reconocer que en competencia económica, telecomunicaciones y energía, hay avances importantes. La pregunta que debemos encontrar una respuesta es: ¿por qué a pesar de llevar plasmando en la Constitución, desde hace casi 100 años, los mejores modelos económicos, sociales y de justicia, no hemos podido despegar como país, ni combatir eficazmente la pobreza ni fomentar una extendida cultura emprendedora?

Parte de mi aproximación de respuesta que hago hoy en Reforma, en ¿Hacia una nueva era?, es que no basta cambiar estructuras, sino que se requiere impulsar un cambio en prácticas políticas –como el patrimonialismo, corrupción y burocratismo-, impulsar esquemas educativos conforme a estas nuevas circunstancias, y dejar de pensar que la realidad se transforma por decreto, y que mejor hay que avanzar hacia un esquema de mayor libertad de los agentes económicos y fortalecer el papel de los jueces.

Recordemos que en la etapa de mayor consolidación del nacionalismo revolucionario, se construyó una visión uniforme en lo cultural (basta recordar el movimiento del muralismo), en lo educativo, y por supuesto en el ámbito de los jueces, que se limitaban a redactar lo que la revolución, vía ley, quería decir. En este sentido, esta nueva etapa requiere un movimiento que articule instituciones de educación, empresa, liderazgos gubernamentales y sociales, para que esta visión más liberal y orientada a la competencia, no quede sólo en los textos jurídicos, sino que sea compartida y ejercida mayoritariamente en la sociedad. Aquí mi colaboración.

¿Hacia una nueva era?

Reforma

29 de Agosto de 2014

La Revolución Mexicana reordenó las relaciones entre Estado y mercado. El primer paso fue plasmar en la Constitución el marco normativo que determina, por un lado, los mecanismos para producir, generar riqueza y redistribuir la misma y, por el otro, los incentivos que condicionan la toma de decisiones de agentes económicos. Las banderas económicas fundamentales de esta visión han sido la definición de la propiedad (en particular de la agraria), del monopolio gubernamental de ciertos medios de producción, del mecanismo de asignación de contratos y adquisiciones públicos, así como de las relaciones laborales, entre otros. Estas son el origen de una visión política que impregnó los sectores social, cultural y empresarial, y que se basó en una praxis que Octavio Paz describe como burocrática, patrimonialista y centralista. Esta conjugación de estructuras y prácticas es lo que define al nacionalismo revolucionario. [Read more…]

La Empresa y el Interés Público

¿Cuál es el incentivo en México para emprender, si existen voces muy radicales que impugnan la actividad empresarial y la competencia económica? Las campañas actuales que existen a favor del «Emprendedurismo» deben promover una visión más integral y sobre todo, coordinar esfuerzos para vincular a la empresa con el interés público. Una empresa no sólo genera empleos y bienestar, sino que es una extensión de la libertad individual: la libertad de emprender. En este sentido, la educación y cultura en nuestro país han resaltado por décadas la importancia de nuestros grandes héroes, vinculados con los actores políticos, y paulatinamente los sociales, culturales y científicos, pero hace falta darle mayor visibilidad a la gran contribución que han hecho los grandes empresarios para el desarrollo de nuestra Nación. De igual manera, desde la escuela te enseñan el valor de las empresas públicas, particularmente de PEMEX, pero no se hace énfasis sobre la evolución e impacto de las grandes empresas mexicanas, que junto con las primeras, proveen diariamente de gran cantidad de benefactores a los consumidores mexicanos. De ahí que tenemos que lanzar una estrategia integral para fortalecer la imagen de la empresa, desde el valor de la libertad, del empleo, de la educación y de la filantropía. Aquí les comparto mi artículo que me publica hoy Reforma, en el que hago una serie de reflexiones al respecto.

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