En los últimos meses hemos vivido cambios profundos a nuestro marco regulatorio, que modifican sustancialmente las relaciones entre Estado y mercado. Si bien es fundamental conocer el detalle técnico de cada regulación (competencia económica, telecomunicaciones y energía), también resulta indispensable plantearnos preguntas de fondo, que nos permitan entender la evolución de nuestras instituciones económicas, identificar errores y aciertos y sobre todo, perfilar una política regulatoria ordenada y sistémica, en la que se puedan articular los bienes jurídicos tutelados de la competencia económica, competitividad, crecimiento y por supuesto el bienestar y derechos de los consumidores. Les comparto mi colaboración de hoy en Reforma. Buen inicio de semana a tod@s.
El Péndulo Regulatorio
Reforma Negocios. 12 de mayo de 2014.
Si existiera un péndulo de Foucault que descifrara las oscilaciones entre Estado y mercado en México, ¿cuál sería la figura resultante? ¿Un ente geométrico o amorfo? ¿Lineal o equivalente a un reporte sísmico? El largo proceso de privatizaciones y apertura de actividades económicas que otrora eran reservadas para el Estado, así como el encontrar la fórmula para combatir prácticas monopólicas y promover la competencia, son el marco de una exigencia social para que legisladores, gobernantes y reguladores aprovechen la experiencia acumulada para planear e instrumentar la mejor regulación. Asimismo, abre la interrogante sobre cómo acotar la distancia entre las oscilaciones y llegar a un equilibrio, lo más pronto posible, que conduzca a la certidumbre jurídica.
Primero. Al crear figuras jurídicas nuevas, el péndulo tiene repercusiones de origen diferentes en ambas legislaciones. En cuanto al ámbito de competencia económica, ahora habrá más Estado en actividades en las que antes prevalecía el principio de voluntad entre las partes, y el reto consiste en mostrar que estas restricciones conducirán a mayor crecimiento y satisfacción de los consumidores, por encima de las que propicia el mercado por sí mismo. En el ámbito de telecomunicaciones, en cambio, se trata de un sector que anteriormente era reservado exclusivamente para el Estado y que gradualmente se ha abierto al mercado, pero que se reconoce que el modelo creado hace más de dos décadas es inadecuado. Dicho de otra manera: de un lado, el Estado racionaliza el mercado; del otro, el Estado se corrige la plana por una mala regulación que éste diseñó.
Segundo. Las nuevas figuras, como insumos esenciales, preponderancia, eficiencias o desincorporaciones, conllevarán a decisiones sin precedentes, y así, a tensar el péndulo. Esto exige el desarrollo de estudios y diálogos respecto al alcance de la regulación, para lo cual el Senado abrió una puerta mediante la solicitud de opiniones formales. Sin duda, aquí será clave involucrar a la academia, think tanks y organismos internacionales para comparar experiencias.
Tercero. Es fundamental prevenir la posible discrecionalidad de la autoridad. En el tema de telecomunicaciones ha sido evidente el riesgo en cuanto a la libertad de expresión -cuestionado por la ciudadanía y que legisladores han dado señales de corregirlo-. En materia de competencia fue muy importante el paso para separar la investigación de la resolución de los procedimientos. En este sentido, hay que ser muy firmes y congruentes en defender sistemáticamente las libertades y derechos: expresión, empresarial, debido proceso, entre otros. El objetivo de contar con reguladores fuertes se perdería al confundir esa fortaleza con discrecionalidad y autoritarismo.
Cuarto. El péndulo no deja de oscilar al entrar en vigor una legislación. Al tratarse de espacios de gran rivalidad, existe una permanente judicialización de los conflictos, lo cual ahora parece ser que tendrá mayor centralidad al haberse diseñado tribunales especializados. En todo caso, es fundamental que exista una coalición amplia de agentes públicos, privados y sociales que estén convencidos de la importancia de las reformas, para que éstas puedan ser eficaces, reducir costos de implementación y exista una aplicación eficaz de las mismas. En el caso de la Cofece, faltó brindarle cauces institucionales para propiciar la participación social, ampliar el universo de stakeholders comprometidos con la agenda de la competencia e impulsar mecanismos de autorregulación.
El nuevo orden regulatorio define un nuevo ritmo entre Estado y mercado. Hay que contagiar a la Cofece, Ifetel y tribunales especializados, de trascender como en los noventa lo hicieron el IFE y el Tribunal Electoral, sin quienes hoy no podríamos entender nuestros avances democráticos, y que se destacaron en ese momento por un papel discreto, institucional y con certeza. De ser así, el péndulo reflejará el equilibrio en el trabajo de nuestros reguladores, en beneficio de la confianza en mercado y el bienestar de los consumidores.
Miscelánea: 1. No olviden leer los Lineamientos en materia de Publicidad de Alimentos y Bebidas del 15 de abril. 2. En las propuestas de reforma a la ley del SAR, se necesita discutir a fondo las repercusiones en la competencia y consumidores que implica definir plazos fijos legales para el cambio de Afore.
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